Hoy retomamos -por aclamación popular- nuestro repaso cronológico a los diferentes trajes que el bueno de Spidey ha lucido a través de los años. Y tras hablar en nuestra primera entrega (visto aquí) de aquel curioso proyecto de uniforme que vistió cuando se subió al ring para combatir a Hogan, el Triturador, me parece obligado -aunque pueda parecer una obviedad- dedicarle un espacio al traje clásico u oficial.
Como todos sabemos (excepto si alguno ha vivido en Marte los últimos 56 años), el traje en cuestión se compone de cinco piezas: camiseta, pantalón (con cinturón incorporado), botas, guantes y máscara (si bien en su primera aparición la máscara era una especie de capucha unida a la camiseta). Las partes rojas (excepto la araña de la espalda) están surcadas por un sinfín de telarañas distribuidas en anillos concéntricos, y ocupan algo así cómo el 60% de la superficie (a excepción de las piernas, los costados del torso y buena parte de la espalda y de la cara interior de los brazos, que van en azul y sin telarañas).
En el pecho destaca una gran araña negra (cómo si estuviese al acecho en la propia telaraña), y en la espalda otra araña roja, bastante más grande que la frontal.
La máscara es completamente cerrada, y los ojos (que recuerdan poderosamente a los de un insecto), también permanecen ocultos tras unas lentes de espejo. Esta peculiaridad otorga al personaje la cualidad de ser uno de los pocos superhéroes que no dejan ver ni un solo centímetro cuadrado de su piel, con lo cual, además de su identidad, puede mantener en secreto otras señas identificativas, tales como su raza, o incluso su sexo.
Desde su primera aparición, el famoso disfraz ha sufrido ligeras modificaciones, aunque -por suerte- nunca ha perdido su esencia primigenia. Me refiero a cosas como la araña del pecho (primero más tosca y con las ocho patas hacia abajo, y luego más estilizada y orientando las cuatro patas superiores hacia arriba), el tamaño de los ojos (generalmente mayor desde los años 90) y las telarañas que recorren el traje. Otros cambios varían en función del artista de turno, como la forma de la araña trasera (últimamente muy influenciada por las incursiones cinematográficas), el color (que puede variar de un azul celeste al negro, o de un rojo vivo a casi granate), o las vulgarmente llamadas telarañas "sobaqueras", que aparecen y desaparecen de manera intermitente según el gusto del dibujante.
En cualquier caso, esta siempre ha sido (y será) la mejor y más reconocible indumentaria del personaje, por lo que dudo mucho que ningún autor se atreva nunca a abandonarla más allá de una breve temporada. Y como se atreva, creo que nos tendrá que oír. ¿No os parece?